domingo, 13 de abril de 2014

Ilustración. con Rosa Franco Pelegrín.



( Una de las vocaciones de este blog  es rescatar textos y cuestiones que nos planteamos en el grupo de facebook, allí el muro va dejando atrás  materiales,  discusiones,  apoyos,  noticias,  intercambios y hasta   publicidades, totalmente lícitas y aceptadas, sobre asuntos, cursos, gentes, libros, pelis  todo LO RELACIONADO CON EL CAMBIO DE PARADIGMA EDUCATIVO. )

Entre todos estamos consiguiendo  tejer un espacio de reflexión, una VERDADERAS JORNADAS DE ILUSTRACIÓN CIUDADANA.

Y todo esto  no nace sólo  de la necesidad  personal de  educar-nos, de amar,  de  educar  a nuestros jóvenes,de  intentar asumir la responsabilidad social que supone traer un hijo  al mundo.  También del convencimiento  de que es la base de una sociedad   más sana y armónica.

Cuando decimos que estamos preocupados por la  educación, muchos  de nosotros estamos más bien OCUPADOS en la educación. No sólo la de nuestros hijos o nuestros alumnos. Estamos sobre todo  pendientes de  AUTOEDUCARNOS. Es una tarea infinita.
Parece haber dos secuencias recurrentes, dos estilos de vida, dos estilos educativos asociados a dos tipos de crianza..
Obviamente cada familia es única y  estas dos tendencias de las que escribo pueden ser una generalización susceptible de recibir un montón de críticas,   es cierto.
Hay una tendencia consciente y otra que escurre el bulto con mayor o menor  consciencia de ello.
Mi  idea de ilustracición,    gira entorno a la idea  de  consciencia de lo que uno es,  de  lo   heredado,   lo adquirido y   la decisión de mantener o modificar rasgos, hábitos y  actitudes mediante el conocimiento  y la toam d elas riendas de nuestras vidas.
Rosa reflexiona preguntando, me encanta y yo quisiera reflexionemos  junto  a ella.


Mi amiga Laura de la Fuente me ha pedido que reflexione sobre la importancia de la autoeducación de los padres , para poder llevar a cabo una educación plena y consciente de los hijos....

Primeramente hemos de pensar que los padres somos hijos del mismo sistema educativo que nuestros descendientes, por lo tanto, no conocemos por lo general otro modo de educar y lo hacemos bajo esa lógica.


Entender también que el aprendizaje es algo natural en el ser humano y que la educación es una intervención social en ese aprendizaje consustancial y permanente.

Sentimos que nuestros hijos no son felices en el aula. Incluso aunque obtengan buenos resultados, la mayoría de las ocasiones se debe a que aceptan de buen grado la dinámica de cumplimiento que se les impone, pero sin saber muy bien hacia dónde van, sin descubrirse ni conectar con ellos mismos, guiados por una serie de adultos que les van mostrando el camino a seguir, a través de la imposición de creencias socialmente aceptadas, a través de unos conocimientos que no se anclan significativamente en su estructura de pensamiento, como diríamos vulgarmente "cogidos con pinzas" y que, por tanto, con el tiempo se olvidan. Se asume la forma de pensar que los demás quieren, sin descubrir la propia.

Para analizar cuál debe ser el papel de los padres como guías esenciales de la educación de los hijos, deberíamos reflexionar desde varios prismas desde el sentido común:

El primero, recordar nuestra propia infancia. Acordarnos qué sentíamos cuando éramos muy pequeños, incluso antes de entrar a la escuela. Pensar cómo ocupábamos nuestro tiempo, qué imaginábamos, cómo jugábamos, qué nos hacía felices.... Qué queríamos aprender, en qué pasábamos las horas muertas, en qué se nos pasaba el tiempo volando... En definitiva, "qué ocurría y qué nos ocurría cuando nos sentíamos felices descubriendo y aprendiendo algo". Y en esos momentos de felicidad en nuestro proceso natural de aprendizaje, cómo producíamos nuestros pensamientos.... 

El segundo sería trasladar esa reflexión con respecto a nuestro hijos. 
Para ello sería bueno reflexionarlo a través de su observación analizando todo lo anterior y además preguntárselo. 
Cómo..., ¿es que no les preguntamos....? Tampoco es tan raro. Pero..., ¿los conocemos verdaderamente?. 
No me refiero sólo a saber qué hacen a diario, sino qué sienten, qué piensan y sobre todo, cómo reflexionan ellos, qué preguntas se hacen, cómo las enlazan con lo que conocen, qué nivel de apertura, de flexibilidad tienen, cómo aceptan otras ideas, cómo sacan sus conclusiones... No creo que sea tan importante las ideas como la forma de elaborarlas. Si las elaboran desde la consciencia plena, serán auténticamente suyas. Y eso es lo importante.

El tercer prisma sería ver qué cuáles son nuestras expectativas con la educación. Qué esperamos de la educación de nuestros hijos. 
Cómo puede facilitar que logren ser tipo de personas que quieran ser y cómo les ayudará la educación a ello.... 

Y sobre todo, qué hacemos realmente para ello...

Creo que los padres tenemos pensamientos con respecto a nuestros hijos dignos de análisis... 

Cuando son pequeños y no paran de hacernos preguntas "y por qué, y por qué, y por qué, y por qué,....". Cómo nos sentimos... ¿Estamos dispuestos a reflexionar con ellos y seguirles el juego de preguntas avanzando hacia lo lo imposible, con creatividad?, o por el contrario, se nos antoja que son un poquito moscas cojoneras y nos los quitamos de encima con órdenes de obediencia a veces irracionales para ellos... Generalmente esa energía desbordante que sienten y muestran nos cansan y generalmente pensamos que, mejor la derrochen cuando no estén con nosotros. Estamos deseando que empiecen el colegio...

Por otro lado, cuando los preparamos para el colegio, qué hacemos... Buscamos un cole que, a poder ser, lleven uniforme... Un uniforme exterior pero que será un reflejo de un uniformamiento a todos los niveles, en cuanto a conocimientos, creencias, formas de actuar y modos de pensar... 
E internamente sentimos cierto regocijo cuando vemos que sus maestros logran que actúen como se entiende que deben hacerlo, que piensen lo que tienen que pensar..., que no se salgan del círculo, que pinten homogéneamente , que no llamen la atención con estridencias... Y que no nos la tengan que llamar a nosotros... 
Esa labor de "adiestramiento" continúa por muchos años y mientras en casa, cómo vemos ese proceso educativo....
Entendemos cómo están aprendiendo nuestros hijos...

Les preguntamos a los profesores cómo van, pero, qué significa realmente esa pregunta... ¿Estudia, es obediente, hace los deberes, participa en clase, es hablador, ...?. ¿Qué otras preguntas les habéis hecho a los profesores?, seguro que muchas más en esta línea. 

Pero, realmente qué significa cada una de esas preguntas...

¿Estudia los contenidos que usted le enseña, generalmente del libro de texto y que incluso le subraya para ahorrar esfuerzo, reflexión y capacidad de síntesis, totalmente desconectados con la realidad y que mi hijo no entiende para qué va a utilizar y que usted no evalúa si realmente sabe aplicar en la vida real?

¿Es obediente de acuerdo al comportamiento socialmente aceptado e impuesto, que mi hijo no tiene por qué razonar ni aceptar de acuerdo a su coherencia interior y que no tiene por qué tener en cuenta sus necesidades particulares?

¿Hace los deberes que usted le pone, y que en su mayoría se trata de respuestas preestablecidas, donde se pide que responda lo que usted quiere oír, donde el error se castigará, sin dar mucha opción ni valorar muy positivamente otros caminos, donde el camino entre A y B, entre la pregunta y la respuesta ha de ser lo más directo posible...? Claro, siendo lo más directo, la lógica de respuesta ya aportada por el profesor, requiriendo casi únicamente la memorización del alumno.

¿Participa en clase?. ¿Pregunta en clase si no ha entendido lo que usted le ha explicado en sus mayoritariamente clases magistrales? ¿Participa en los trabajos en grupo donde en la mayoría de las ocasiones tienen que realizar el motivador trabajo de buscar, cortar y pegar de internet?

¿Es hablador?, ¿Habla con sus compañeros cuando no le interesa lo que usted le cuenta?, ¿Se plantea en algún momento por qué no le interesa?. 

Conforme van avanzando en sus estudios se van desalentando y no nos explicamos por qué. No sabemos en qué medida los conocimientos que adquieren van conformando su persona, qué piensan con respecto a ellos. Cada vez nos alejamos más de su ser interior y la falta de conexión hace que los desencuentros se multipliquen. Justificamos sus comportamientos cada vez más estridentes por el período de la adolescencia y sus cambios hormonales, pero verdaderamente cada vez nos encontramos más alejados de ellos. Y lo peor, ellos sienten ese alejamiento con respecto a sí mismos. 

¿Nos reconocemos en esta situación? ¿Qué podemos hacer?
Rosa Franco Pelegrín





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